Los
procesos de integración se han constituido en una demanda prioritaria dentro
del marco de la globalización.
En éste
marco América Latina ha perdido relevancia en cuestiones políticas y
estratégicas. La fragmentación de la región la hace más vulnerable a los
impactos de la globalización.
Durante las
dos últimas décadas hubo múltiples iniciativas para conformar acuerdos de libre
comercio, uniones aduaneras o sistemas de integración pero el resultado fue un
exceso de iniciativas de procesos de integración que en vez de articular una
visión global de América Latina la han fragmentado.
Los
procesos de integración de América Latina y el Caribe.
Hay tres
grandes procesos de compactación comercial e integración regional: el Plan
Puebla Panamá (PPP), el ALBA y la UNASUR.
Estos proyectos se superponen a instituciones
político-comerciales de cada una de las subregiones: Comunidad del Caribe
(Caricom), el Sistema de Integración Centroamericano (Sica), la Comunidad Andina
de Naciones (Can) y el MERCOSUR. La única iniciativa que engloba la totalidad
de los países de América Latina y el Caribe es el Grupo de Rio.
Principales
desafíos de la integración
Se dan en
tres dimensiones:
Desafíos
estructurales: crecimiento económico, pobreza y desigualdad, falta de cohesión social,
débil proyección internacional, transnacionalización negativa;
Desafíos
políticos: consolidación democrática, nuevo mapa político, construcción de una
identidad compartida y un sentido de comunidad;
Desafíos
institucionales: se refieren a la calidad, diseño y funcionamiento de las
instituciones supraestatales. Hay buenos diseños pero con poca fortaleza y
consistencia.
¿Cómo
superar las dificultades? El punto de partida es construir una visión
compartida. “La integración como proyecto político estratégico, que le permita
a la región tener una sola voz y posicionarse de mejor manera en el sistema
internacional, tiene como uno de sus principales condicionantes construir una
agenda efectiva para la concertación (…) Las agendas son esenciales para concretar
políticas (…) La voluntad política define los temas principales y la agenda los
prioriza (…) La construcción de una agenda común y un mayor impulso a los
proyectos de cooperación regional son imprescindibles para afrontar los grandes
retos que América Latina tiene ante sí: el combate contra la exclusión y la
desigualdad, la lucha contra el narcotráfico, la consolidación de la democracia
(…) [Rojas Aravena, 2008]
A partir de
la crisis internacional se plantea un nuevo panorama para el accionar de los
procesos de integración.
El crecimiento
2003-2008 permitió tener activos acumulados que junto a los recursos estratégicos,
agua y minerales, una gran potencia alimentaria.
En este contexto
hay cuatro puntos centrales para el progreso regional:
-
Conectividad (infraestructura y corredores bioceánicos)
-
Coordinación energética (petróleo, gas, nucleoelectricidad,
biocombustibles)
-
Superación de la pobreza y la desigualdad
-
Integración a la sociedad del conocimiento (coordinación de
universidades)
Es
necesario un proyecto integrador que basado en la unidad y el consenso,
asentado en la complementación económica permita fortalecer a la región y
encaminarse en el desarrollo humano.
Sin duda, la UNASUR es la mayor
propuesta para el fortalecimiento de Sudamérica para garantizarle mayor
ingerencia en las decisiones internacionales. En 2011 entró en vigor el Tratado
Constitutivo de la UNASUR
que le otorga al bloque personalidad jurídica internacional siendo una
integración política sin sustituir a las anteriores.
Solo resta
esperar el desenvolvimiento en el futuro pero al parecer es un paso bastante
firme dentro de los diversos procesos de integración regional.